La última vez que Zoilamérica Narváez habló con su madre, la actual vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, fue hace unos cinco años. Murillo le mencionó su rutina en señal de amenaza y para que se diera cuenta de que estaba siendo vigilada.
Después de eso, no ha vuelto a tener comunicación con su madre, dice Zoilamérica. Sobre eso nos habla en su entrevista, además de su exilio y su perspectiva como socióloga respecto a la migración de nicaragüenses hacia Costa Rica y Estados Unidos.
De igual manera, Zoilamérica habla sobre las presiones que tienen Daniel Ortega y Rosario Murillo a lo interno del gobierno.
¿Cómo se encuentra Zoilamérica a nueve años de haber partido al exilio?
Vine aquí (Costa Rica) cuando era increíble pensar que podía haber un refugiado nicaragüense. Documentar mi caso fue difícil porque en aquel momento todavía eran los años en que la dictadura tenía todas las máscaras. A los costarricenses les fascina ir a pasear a Nicaragua, entonces cuando una decía que estaba aquí por un problema así, pues resultaba difícil de creer. Eso me permitió convivir con un contexto en el que me ubiqué como migrante y me tocó asimilar sola lo que significó la pérdida de mi país.
¿Por qué sola?
Digo sola porque ahora hay redes entre los muchos refugiados que vienen y se acompañan. Ese camino me enseñó muchas cosas porque al final las personas como yo que vienen de familias con apellidos, aun cuando podía enfrentar situaciones difíciles en Nicaragua, los privilegios andaban alrededor. Creo que fue necesario venir a Costa Rica para empezar de cero y darme cuenta que lo que podía llegar a tener iba a ser por mi propio esfuerzo, a como le toca a muchos. Aprendí el valor que tiene la humildad.
Hoy, a nueve años, siento que tengo un equipaje para volver un día, lleno de muchas lecciones, capacidades y recursos para seguir sanando, porque después de situaciones como las que he vivido y que muchas personas han vivido, sanar va a ser una tarea permanente.
¿Quiere volver a Nicaragua?
Yo espero volver a Nicaragua. Espero poder llevar todo lo que he aprendido y por eso es que la gratitud con Costa Rica en que han abierto sus puertas y sus recursos para que uno aprenda. Eso no significa que te hayan dado una pensión o un puesto alto, si no que en sí mismo, donde nosotros estemos, aprendemos lo que está a nuestro alcance y en ese sentido yo quisiera, y ojalá que muchas personas que se han ido, no nos acomodemos. Así un día, de la manera que sea, podamos retribuir al país lo que hemos aprendido
¿Cómo está la comunicación con su mamá, Rosario Murillo?
No tengo comunicación con ella
¿Cuándo fue la última vez que habló con ella?
Quizás hace cuatro a cinco años.
¿Qué hablaron?
Nada más la escuché referirse a detalles de mi estancia aquí lo cual es evidencia de que había un manejo y un control de lo que estaba pasando acá. Eso siempre es lo difícil. Creo que todos estamos, así como lo de las antenas de televisión, estamos siendo observados estemos donde estemos porque de alguna manera somos concebidos como peligrosos cuando, quizás, a estas alturas lo que uno quiere es un cambio y poder hacer una contribución que nada tiene que ver con ir a hacer violencia armada ni generar caos ni destrucción.
¿Se siguió sintiendo segura en Costa Rica después de que su mamá le dijo eso?
Hay que aprender a vivir con el riesgo. Esto tal vez es parte del problema. Nosotros, los migrantes y refugiados, tenemos dos actitudes. La primera es que queremos escapar de la realidad y entonces pensamos que aquí venimos a olvidar el pasado y vienen estas frases de: “la dictadura no se va ahorita”, “disfrutemos, vivamos”. Y al final eso no es escapar de la dictadura, si no de uno mismo.
La segunda es vivir con miedo, encerrarse y también continuar sintiéndose perseguido en un contexto donde algunas cosas han cambiado. Yo creo que en mi caso he tratado de manejar los riesgos con responsabilidad. Mis hábitos no son de mucha apertura. Creo que manejar los riesgos es lo que todos debemos hacer porque el cambio de país tampoco es una garantía. Las condiciones de seguridad empiezan por tener mucho cuidado y no tener conductas de riesgo.
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¿Qué cree que pueden estar pensando Daniel Ortega y Rosario Murillo en este momento?
Yo creo que hay preocupación, porque los discursos triunfalistas, combativos, son mensajes para sus propios seguidores, para mantenerlos convencidos de que no hay posibilidades de cambios, pero también pienso que el dato más importante a través del cual miden sus posibilidades de permanecer en el poder, está en la cantidad de conflictos que hay en la oposición. Pienso que la realidad de cómo desde la resistencia y de la oposición se aborda las posibilidades de un cambio y las debilidades que nosotros tenemos en esta materia es lo que a ellos les puede permitir dormir tranquilos, aun cuando tengan señales claras de que, en primer lugar, tienen señalamientos judiciales y eso debe significar para ellos una preocupación.
También la necesidad de mantener a sus seguidores fieles, pero no podemos negar que el nivel que a veces sentimos de disonancia, del mensaje de ellos con las realidades, tiene que ver con que ellos hacen su balance de fuerzas, como hacemos nosotros (opositores), y saben que hasta ahora tienen personas capaces de continuar resistiendo, pero que no hemos tenido la capacidad de articularnos para ser una oposición efectiva.
¿Cómo ve la situación de los exiliados nicaragüenses en Costa Rica?
Costa Rica tiene una larga tradición humanitaria y podemos decir que ha tratado de responder con mayor capacidad a la demanda de solicitantes de refugio, pero evidentemente la situación se sale fuera de control. A pesar de los esfuerzos, hay un primer gran esfuerzo que tiene que ver con la cantidad de personas que no tienen accesos ágiles a la entrevista (de elegibilidad para refugio), o los permisos laborales y que por ende enfrentan una situación difícil por muchos años.
Hay una brecha para el que llega, de tener vivienda, opciones laborales, y no existen programas de atención a la emergencia que puedan responder a este periodo crítico. A medida que pasa el tiempo se pueden generar a través de las redes sociales que se van construyendo junto a otros costarricenses. El otro tema también tiene que ver en cómo las personas que llegan tienen que reconvertirse laboralmente porque el mercado laboral no puede certificar las capacidades o las profesiones que tenían en Nicaragua.
Los nicaragüenses también están migrando hacia Estados Unidos como nunca antes
He escuchado a especialistas hablar de que esto no tiene precedentes porque en el tráfico hacia Estados Unidos se combinan factores de migración. En Costa Rica, por ejemplo, lo que tenemos es una cantidad de personas que están huyendo de la situación de violencia y a Estados Unidos están migrando también en forma masiva, personas en condición de persecución, pero también personas sin esperanza, que necesitan encontrar maneras de establecer flujos económicos para sus familias. Entonces tenemos dos tipos de migrantes que manifiestan la profundidad de la crisis en Nicaragua, que no es solo una crisis política. Vemos a familias completos con niños. Es un tema de arriesgar lo que sea porque en Nicaragua no pueden sobrevivir y por lo tanto da lo mismo arriesgar la vida en un trayecto como el que tienen que lograr para llegar a Estados Unidos.