El sacerdote Erick Díaz, de la parroquia San José Obrero, en El Tuma-La Dalia, en el departamento de Matagalpa y quien se encuentra en el exilio desde el martes 23 de agosto, llamó a los católicos a no dejar de orar por los sacerdotes presos injustamente en Nicaragua.
“Estamos con monseñor Rolando Álvarez, encarcelado junto a ocho sacerdotes. No hay que dejar de orar por ellos”, dijo durante su homilía en una misa que ofreció desde Estados Unidos este jueves. “Es nuestro deber anunciar el evangelio, anunciar la verdad. Es en estos momentos cuando la iglesia se fortalece, en tiempos de la persecución”, dijo.
Díaz, quien dejó el país para salvaguardar su vida y su libertad, expresó que lo que se vive en Nicaragua sorprende al mundo. “No hay quien se niegue a creer lo que están viviendo nuestros hermanos allá en Nicaragua”, dijo. “Porque estamos en el siglo XXI y en un país altamente católico, también mariano y ya ven ustedes lo que pasa”, dijo.
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“Los nicaragüenses saben que somos un país llamados a la Virgen, pero son situaciones de este tiempo, sin embargo, eso nos fortalece, nos ánima porque Dios siempre escribe recto en renglones torcidos”, dijo sobre el exilio, cárcel y persecución que viven los religiosos en Nicaragua. “Yo le decía a uno de los hermanos que está aquí, será que Dios pensó: se están yendo todas las ovejas y también necesitamos que los pastores vayan a acompañar a las ovejas, entonces tomarlo como punto positivo, así como el pueblo de Israel, fueron a Babilonia al exilio, también los profetas fueron enviados con el pueblo para darles esperanzas”, reflexionó.
Su delito
El sacerdote expresó que gracias a los países que los han acogido, no han callado en su palabra de aliento y esperanza para los que esperan días mejores en Nicaragua. “No han silenciado la palabra profética, sigamos orando”, invitó.
“A este gran país (Estados Unidos), también han llegado pastores de nuestras tierras, tenemos en Miami a su excelencia, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, que también está acompañando a esa gran comunidad de hermanos exiliados allá en Miami y ahora con la nueva tecnología, estamos llegando a cada familia con ese mensaje de fortaleza y esperanza”, añadió.
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El religioso afirmó que su único delito fue estar del lado de la verdad y del “sufrido pueblo”, en la defensa de los derechos de cada ciudadano. “Que defienden la dignidad humana y que alzan la voz por el pisoteado, marginado e indefenso”, dijo.
“La Iglesia nunca ha estado defendiendo ideas, pues no es su cometido. Porque un sacerdote nunca ha deseado (ni deseará) ser alcalde, concejal o diputado. Un obispo nunca ha deseado ser presidente, u otro servicio público, ya que somos pastores y es el mejor regalo que Dios en Jesucristo nos ha dado, ser ministros y embajadores de las cosas del cielo en la tierra”, enfatizó.
El padre Díaz explicó en su momento a un medio de comunicación que el 14 de agosto le prohibieron asistir al Congreso Mariano en Matagalpa y pasó encerrado por la Policía en la parroquia que administraba. El viernes 19 de agosto, no asistió a una misa que oficiaría en una comunidad por su seguridad, porque hasta donde él estaba, llegó una patrulla policial para impedírselo.