Paula María Bertol es abogada y diplomática argentina de 57 años. Desde que estuvo como embajadora de su país ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha seguido muy de cerca todo lo que acontece en Nicaragua y es una de las voces más críticas a nivel internacional en contra de la dictadura de Daniel Ortega.
En esta entrevista con Radio Darío, nos habla sobre las acciones que emprende la comunidad internacional para presionar a Daniel Ortega para que libere a los presos políticos y busque una salida a la crisis política.
También comenta sobre la migración nicaragüense hacia Estados Unidos, el papel del Papa Francisco frente a la represión contra la Iglesia Católica en Nicaragua, y también sobre las posibilidades de que a Daniel Ortega se le juzgue por crímenes de lesa humanidad.
¿Cómo ve la situación de Nicaragua en este momento?
Nunca he dejado de estar alerta con el tema de Nicaragua porque hay que ver las luces delante del túnel porque es la manera de mantenernos activos para no bajar los brazos. Entiendo que la situación lejos de que pare la violencia o se detengan los acosos, se ha recrudecido, sobre todo en este último tiempo contra la Iglesia Católica y además cuando se han llevado al obispo (Rolando Álvarez) y a otros religiosos que estaban con él, un camarógrafo, dos asistentes, o sea ya no hay límites para la violencia, pero sí creo que también nosotros debemos escalar la incidencia internacional para que sea conocido el caso de Nicaragua.
En esta semana el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas emitió una declaración condenando la represión en Nicaragua y también el Parlamento Europeo condenó la represión ¿Cómo valora esto?
Todo eso me parece que es un avance que se está viendo porque es la presencia de las voces que cuentan cada vez más y con más detalles lo que ocurre en Nicaragua. Esto, todos los nicaragüenses que se sienten perseguidos y padecen el régimen de Ortega y Murillo tienen que saber que Nicaragua no es un país más, si no que se están anoticiando de que en Nicaragua hay una dictadura.
En Nicaragua antes había mucha expectativa de lo que se dijera en la OEA, en Naciones Unidas, en el Parlamento Europeo, pero hoy, a cuatro años de que inició la represión, pareciera que cada resolución se trata de una más.
Yo no creo que sea más de lo mismo. Creo que un enfoque tiene la OEA, que es un organismo que ocupa 35 países de toda América, y otro enfoque es que la ONU, que es el organismo donde están las naciones de todo el mundo, tenga una comisión de derechos humanos tan fuerte en donde se acaba de hacer un informe muy puntilloso de todo lo que ha involucrado en materia de derechos humanos a los nicaragüenses. Tampoco me parece un dato menor que en el Parlamento Europeo se hablen de estos temas porque las relaciones diplomáticas tienen que ver con muchas cuestiones. Una de las cuestiones tiene que ver con el dinero que otros países están dispuestos a prestarle a un país que lo necesita como es el caso de los países como Nicaragua o como la Argentina y cuando llega un momento que tu hoja de vida, tu curriculum es tan pésimo, es como cuando te presentas a un trabajo y ya no te quieren tomar.
Esto va escalando. Esto suma, que mucha gente que nos vayamos encontrando, por ejemplo, la semana pasada, hubo elecciones en Suecia y fuimos un grupo de observadores de todo el mundo y uno de los temas que más se hablaba entre nosotros era cómo estaba Ortega y Murillo avanzando sobre la Iglesia, y ni hablar de lo que ha venido pasando con los presos políticos. Antes no era un tema de conversación cuando se juntaban políticos de distintos países. Yo sé que hay un cansancio muy fuerte porque hay artículos de la Carta Democrática que se vienen tratando desde 2019. Yo estaba ahí sentada en la OEA y hoy parece que se estuviera tratando el mismo artículo, sin embargo, el contexto ha cambiado.
Daniel Ortega fue acusado de cometer crímenes de lesa humanidad en el informe del GIEI, ¿Por qué no se ha procedido a investigar o acusarlo penalmente a través de la justicia internacional?
En un caso parecido que lleva muchísimos años, y espero que no ocurra, es con algunos países como Cuba o el mismo caso de Venezuela. Algunos países decidimos llevar a la Corte Internacional de Justicia donde lo que se juzgan son las personas, no los gobiernos, las personas con nombres y apellidos. Este también podría ser un caso que llegue hasta ahí, pero hay que tener mucha convicción y reunir muchas pruebas. Creo que en este último tiempo a quienes estamos vinculados de alguna manera u otra, ya sea porque en su momento ocupamos un lugar importante en la OEA o porque como dirigentes políticos en nuestros países seguimos creyendo que los derechos de los nicaragüenses valen.
Podría interesarle: Policía ha secuestrado a 10 personas en los últimos dos días, denuncia CENIDH
Todos nosotros nos seguimos ocupando y no preocupando, y ocuparse es seguir empujando muchas opciones para que ustedes los nicaragüenses lleguen a tener elecciones libres y democráticas y que la justicia funcione porque yo creo que los países realmente libres tienen una justicia fuerte. Tienen división de poderes que funciona. Cuando esto pasa, como ocurre en Estados Unidos, a nadie se le cruza violar la ley porque siempre hay un juez o un fiscal que va a sentir que tiene mucho poder y que puede hacer justicia. En los países de democracias débiles, todos están en la misma bolsa y todos actúan con un llamado de teléfono o con cierta presión y esto es por lo que todos tenemos que unirnos en América porque es un continente que todavía tiene tres dictaduras muy fuertes como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
¿Cómo ve la postura de algunos gobiernos de América Latina respecto a la dictadura de Nicaragua? Hay algunos mudos como Guatemala, Honduras y El Salvador, y otros como Colombia que buscan un entendimiento
Todos sabemos que, con los cambios de gobierno, por ejemplo de Uribe a Petro (en Colombia) ideológicamente son bien distintos. Yo elijo creerle al Petro que dice, o al canciller colombiano que hace días atrás declaró que en Nicaragua se siguen violando los derechos humanos y que van a tratar de intermediar. Hay muchas dudas sobre eso. En la última sesión (de la OEA) que se trató el tema de Nicaragua, Colombia no se sentó y empezaron las especulaciones con que Colombia estaba trabajando con temas humanitarios y bueno, hay enormes dudas de que esto pase porque no hay pruebas. Por otro lado, muchas veces estas gestiones diplomáticas se hacen en silencio porque pretenden no revelarlas para que no se frustren. Yo confieso que en un momento pensé que podría ser una gran sorpresa que el nuevo presidente de Colombia establezca un puente que está roto desde hace mucho tiempo.
¿Cómo se está viendo desde afuera la oleada migratoria de nicaragüenses hacia los Estados Unidos?
Sí, como nunca antes se escuchan ahora los nicaragüenses que quieren cruzar por todo tipo de caminos, fronteras. Esto explica la crudeza de la dictadura, marca la escalada de la violencia, que piensan que van a estar mejor en otro lado y no en su país porque son perseguidos. Me parece que es una escalada que también pone una alerta más roja aún, para muchos que hasta ahora no veían con importancia este tema, no digan: “bueno, estábamos en otros temas. Nos tiene que volver a importar”. Recordemos que la guerra, la invasión que comenzó Rusia sobre Ucrania, también distrajo después de la pandemia que azotó al mundo, la atención de muchos foros internacionales, así que ahora vemos que es una oportunidad, por eso muchos queremos estar en la Asamblea 77 de las Naciones Unidas donde prácticamente 197 países están representados y donde se puede marcar presencia. La última herramienta es la violencia y uno puede estar presente con una bandera, con un canto, con un grupo de personas dialogando y repartiendo volantes. Es muy importante no perder la memoria. En nuestro país (Argentina) cuando vino la dictadura, creo que lo nos salvó fue el tener memoria, el aferrarnos a la verdad y pedir justicia.
¿Será posible la justicia en Nicaragua en algún momento?
Bueno, en nuestro país pensábamos que no era posible y lo fue, por eso yo me entusiasmo en pensar en que ya no más la violencia, que hay otros caminos y creo que sí es posible. He leído muchas veces el libro de Mandela, un hombre que estuvo preso y que cuando salió podía haber elegido el odio, y sin embargo todo lo contrario. Se convirtió en el número uno de su país y habló de la paz, de que la paz es posible, que era una obligación y no solo habló de eso, también lo ejerció. Yo creo que en algún momento cuando exista un nuevo líder que reúna las condiciones para que la oposición se una, entienda que es más importante el logro de la paz que los egos personales. Hay que trabajar mucho en la política los egos sobre todo, porque lo vemos que eso pasa. No es sencillo, pero no es imposible.
¿Cómo ha visto la arremetida de Ortega contra la Iglesia Católica?
A mí me parece detestable, repudiable y lo que muchos mencionan que el Papa hasta ahora se acuerda y menciona al obispo nicaragüense, pero yo dije: “bueno, hasta ahora estaba callado el Papa. Ahora tenemos una palabra de él”. También leía que el Papa decía en forma manifiesta repudiar la invasión de Rusia a Ucrania. El Papa es el número uno de la Iglesia Católica y se toma sus tiempos, es una persona muy particular porque piensa en todos, y sobre todo en los peores porque de alguna manera es piadoso o es el más piadoso de todos. A muchos de nosotros eso nos revela y nos genera sentimientos contrarios, más allá de que muchos de nosotros somos cristianos, apostólicos y romanos y lo tenemos a él como líder espiritual de la Iglesia, pero repito, yo creo que tardó, pero tiene en su foco el tema de Nicaragua y puede desenmarañar este enorme enredo, que puede desenredarlo, que puede poner a Nicaragua en un mejor lugar y posiblemente tampoco va a contar aquello que puede estar haciendo para que esto pase.