En segundos se viralizó la muerte de Fernando Antonio Baltodano Velásquez, alcalde de la ciudad de Diriamba. La razón, la foto sobre un supuesto “suicidio” puso en dudas esa hipótesis.
Baltodano Velásquez de 54 años de edad, era originario de la ciudad de Diriamba, Carazo y desde el año 2013, se desempeñó como alcalde para el partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Era ingeniero de profesión y el lunes fue encontrado muerto en el interior de su camioneta Hilux color blanca, con un disparo en la cabeza en una de sus propiedades ubicada en el kilómetro cuarenta y cinco y medio carretera hacia el balneario “La Boquita”.
Fuentes cercanas lo recuerdan como un hombre callado y amable, sin obviar que en sus inicios su ideología política se inclinaba el liberalismo, razón por la cual le dieron su voto en el 2007, logrando así convertirse en el alcalde de la ciudad de Diriamba, seguros de que sacaría adelante al pueblo por supuestamente no ser sandinista.
“Era el títere del secretario político Sergio Mojica, todos sabíamos que quien mandaba aquí en la ciudad no era Fernando… quiso renunciar en el periodo pasado, lo mirábamos como cansado de tanta presión que le hacían los mismos funcionarios de la alcaldía y hasta de la presidencia”, dijo una trabajadora de la alcaldía de Diriamba.
Desde el 6 de agosto Baltodano había sido destituido de su cargo, para luego iniciar un proceso investigativo de acto de corrupción, ya que hubo problemas con unos cheques destinados a los proyectos de remodelación del parque central y el reloj público, mismos que ya debieron haber iniciado, pero el dinero no está.
“Ese día vino una gente del Inifom y se tomaron la oficina del alcalde, todos los funcionarios andaban nerviosos y corrían de un lado a otro, el alcalde dijo que daría la cara y que asumiría las consecuencias, pero si caía él caían todos”, añadió la fuente en el anonimato.
¿Pasada de cuenta?
El mayor en retiro del Ejército de Nicaragua, Roberto Samcam, realizó un análisis de la escena en el que detalla una serie de errores que no calzan con el “supuesto” sucidio.
“Son demasiadas inconsistencias y errores garrafales en la manipulación de la escena de una ejecución”, detalla en su escrito el mayor retirado”.